El conflicto entre grupos




El presente estudio psicosocial fue realizado en 1961 con la participación de scouts, en aquel tiempo “Boy scouts”, y nos muestra cómo superar los conflictos que muchas veces se presentan entre grupos. Esperamos sea de utilidad en la labor de nuestros dirigentes scouts. 


LA CUEVA DE LOS LADRONES: CONFLICTO Y CONCILIACIÓN
(Sherif y Sherif, 1961)


“No pude evitar decirle al señor Gorbachov, que sólo pensara qué fácil sería su tarea y la mía en las reuniones que sosteníamos, si hubiese una amenaza a este mundo de alguna otra especie, de otro planeta. Averiguaríamos de una vez, y para siempre, que realmente todos somos seres humanos, aquí, en esta Tierra, juntos”

- Ronald Reagan, 4 de diciembre de 1985, discurso (Myers, 2005).


El siguiente experimento psicosocial o sociopsicológico fue llevado a cabo por el matrimonio Sherif y sus colaboradores en el parque estatal Robber’s Cave de Oklahoma, en 1954. Los autores presenciaron cómo, en 1919, su provincia fue invadida por tropas extranjeras y desde entonces quisieron entender el salvajismo que se podía llegar a producir entre grupos.

Para estudiar este fenómeno, recurrieron a un campamento de verano de Boy Scouts. Seleccionaron a 22 chicos de Oklahoma City, sin diferencias culturales, físicas o económicas entre sí y adaptados plenamente en sus comunidades. Fueron divididos en dos grupos de 11 niños, y llevados por separado en autobuses al campamento. Una vez allí y sin contacto ni conocimiento mutuo, se asentaron a una distancia de aproximadamente media milla. Fue entonces cuando dio comienzo la primera fase del estudio.



FASE (I): FORMACIÓN DE LOS GRUPOS

Durante la primera semana cada grupo realizó diferentes actividades de cooperación como, por ejemplo, preparar alimentos, ir de acampada o construir un puente. Cada conjunto se volvió muy unido en poco tiempo, y llegaron a ponerse un nombre: “Cascabeles” y “Águilas”, respectivamente. Antes de terminar la primera semana los Cascabeles descubrieron a los Águilas en el que hasta ese momento consideraban ‘su’ campo de béisbol. Se habían sentado las bases para poner en marcha la segunda fase.



FASE (II): CONTACTO INTERGRUPAL Y COMPETICIÓN.

Con sendas identidades grupales establecidas, todo estaba listo para que surgiera el conflicto. El personal responsable de la organización organizó un torneo de actividades competitivas ante las que ambos grupos reaccionaron con entusiasmo.
En dichos juegos o actividades, sólo podía ganar uno y sólo el ganador obtendría los premios (medallas y otros objetos deseables para los chicos de esa edad y en ese momento).

Pronto se pudieron apreciar las evidencias de que el campamento se tornó de manera gradual en una guerra abierta entre Cascabeles y Águilas. El conflicto comenzó durante la realización de las actividades, cuando miembros de un grupo insultaban a los del otro. La escalada de conflicto se extendió a las cenas con “batallas de basura”, quema de banderas, ataques a las cabañas ‘enemigas’ e incluso peleas y golpes físicos.

Al ser preguntados por su grupo (endogrupo) y el otro (exogrupo) los sujetos empleaban términos positivos tales como “valientes” o “amigables” para referirse a sí mismos, mientras que se referían a los ‘Otros’ como “sospechosos”, “apestosos”, etc. Según el propio Sherif, si hubiéramos visitado el campamento en este punto, nuestras conclusiones habrían sido que se trataba de, según sus propias palabras, “jóvenes malos, perturbadores y feroces” (Myers, 2005).



FASE (III): RESOLUCIÓN DEL CONFLICTO O FINAL DE LA SEGREGACIÓN.

En la última parte del experimento, Sherif hizo que las tareas competitivas cesasen, para lo que reunía a los grupos para actividades como ver películas, comer y encender fuegos artificiales. Pero la hostilidad existente entre ellos había llegado a tal punto que el contacto sólo propiciaba más ataques y afrentas. Era evidente que el mero fin de la segregación no había puesto fin al conflicto.

Para propiciar la armonía entre los grupos enfrentados, Sherif introdujo unas metas comunes y particulares: las metas supraordenadas. Estas metas compartidas necesitan de un esfuerzo de cooperación, que supera las diferencias existentes entre las personas (Myers, 2005).

Presentaron a los jóvenes el siguiente problema: las reservas de agua del campamento se habían acabado. Ante esta situación se pidió la cooperación de ambos grupos para buscar y restablecer el líquido. Se comunicó a los chicos que en el pasado algunos alborotadores habían saboteado el sistema de agua, y se les mostró que las válvulas del tanque principal se hallaban averiadas. Pronto empezaron a indagar y a probar estrategias por turnos, terminando por intercalarse los miembros de uno y otro grupo (Sherif, Sherif & otros, 1961).


Según Dennis Coon, citando a Gaertner, 
“La cooperación y las metas comunes sirven para atenuar el conflicto, pues estimulan a los miembros de grupos antagónicos a verse como miembros de un grupo más grande” (Coon, 2000).


Más adelante se les comunicó la posibilidad de ver una película que era atrayente para todos ellos, pero demasiado cara por lo que requería los recursos de los dos grupos para su obtención, ante lo cual los chicos cooperaron otra vez más. Un camión se averió y un miembro del personal sugirió que todos tiraran de él con una cuerda para hacerlo arrancar. Al lograrlo, la celebración que surgió fue unánime. Tras estas tareas las hostilidades desaparecieron y surgió la amistad entre miembros de diferentes grupos, dejaron de distribuirse como antes y regresaron a casa, entre cánticos, todos juntos en el mismo autobús.

Se podría concluir que las tareas cooperativas unen al grupo, ya sea frente a un contrario en competición, o por la persecución de metas supraordenadas. Pero, ¿es acaso el resultado de este experimento un juego de niños? La realidad nos da muestras de que no. Basta con observar como las condiciones que llevan al surgimiento de un nuevo grupo, propician que grupos previos se disuelvan y exista la cooperación (por ejemplo con la formación de los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos, la Unión Soviética y otros países se unieron en un mismo bando).

Por otra parte, Robert Blake y Jane Mouton (1979) llevaron a cabo experimentos recreando las situaciones planteadas en los de Sherif, pero con ejecutivos en este caso (más de mil divididos en 150 grupos). Sus resultados ilustraron que las reacciones adultas no se diferenciaban de las de los sujetos jóvenes (Myers, 2005).

Por último, y como dato anecdótico y a menudo muy poco conocido: ¿cómo fue posible que Muzafer Sherif pudiera observar a los chicos hasta tal punto pero sin influir en su comportamiento? La respuesta es sencilla: se convirtió en el hombre de mantenimiento del campamento.



Más estudios psicosociales en: http://blog.isdfundacion.org/

Agradecemos por el aporte a nuestra dirigente y hermana Scouter Psic. Johanna Cajamarca.


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